Trayectoria y Comportamiento
A estas alturas me preocupa más los candidatos al Congreso que a Palacio.
Un estrategia de comunicación al momento de diseñarse, tendrá siempre objetivos. Cuando hablamos de una estrategia de imagen, que se trabajan normalmente para lograr resultados en un mediano o corto plazo, trataremos de atraer, impactar, de seducir a muchos y el objetivo a lograr será la generación de EXPECTATIVAS.
Por otro lado, cuando hablamos de diseñar una estrategia de comunicación estructural, sostenible en el tiempo, estamos hablando de una estrategia basada en #Reputación. En este caso, el objetivo a lograr es la generación de confianza. Lo desafiante en este punto es que la CONFIANZA que en esencia es un valor, es un acto volutivo, de decisión personal pero que depende de factores exógenos y por ello esa decisión es susceptible de sufrir cambios.
Para comprender un poco más sobre la confianza, en el Estudio Comparado sobre la Confianza Institucional[1] del profesor Estella, él analiza y sostiene que, mientras la confianza interpersonal está marcada más por asuntos emocionales, la confianza institucional es más racional. Es decir. Un ciudadano decide con-fiar en una institución, cuando existen razones objetivas además de las subjetivas y son aquellas, las que definen si les otorgamos o no la confianza a las instituciones.
En esa lógica, recordemos que las Instituciones son a fin de cuentas, las personas que las conforman. Por tanto, el comportamiento que exhiben los con-fiados, sus líderes y colaboradores, lo que dicen y cómo lo dicen son las razones objetivas por las cuales, un ciudadano o ciudadana decide otorgarle más o menos confianza a esa institución. Creo por eso, que bien podríamos tomarnos un tiempo para conocer mejor a quiénes se están presentando en estas #Elecciones2021 como posibles representantes de nuestro mal ponderado Congreso de la República y no solamente dejarnos guiar por la marca del partido o por la imagen que proyectan ahora.
Me preocupa más a estas alturas, quiénes serán las personas que integrarán el Congreso. De verdad. Si desconocemos el comportamiento y la trayectoria de quienes se están postulando; si no hemos revisado sus antecedentes judiciales, laborales, empresariales, si lo que han hecho siempre es “hacer perro muerto” ( no pagar sus deudas) o tienen innumerables sanciones como servidores públicos. Si no son capaces de informar cuáles son sus fuentes de ingresos etc. ¿Cómo las estamos eligiendo?. ¿Solamente porque llevan la marca de un partido?.
Desde hace dos o tres Congresos, tenemos un Congreso muy disperso. Son 9 los partidos los que hoy lo conforman pero las personas que están por ser elegidas en el siguiente Congreso, en los cinco años que vienen, representarán a por lo menos diez o más agrupaciones. En el camino, con certeza, varios renunciarán a su partido inicial para hacerse “independientes” o por un “acto de conciencia”. Fatal. Lo que será es que se comportarán como lo han hecho siempre en su vida pasada, antes de ser elegidos por nosotros, defendiendo intereses privados, ocultos ( o no vistos) y no los que debían representar. Es decir por lo que los elegimos.
La responsabilidad y el derecho de elegir está en el ciudadano: Elegimos Alcaldes, Gobernadores, Congresistas, Presidentes y a los del Parlamento Andino (mejor sobre este último no digo nada). Lamentablemente son precisamente estas instituciones las que han presentando de acuerdo a estudios publicados, niveles de confianza bajísimos en comparación de otras instituciones en las que la ciudadanía no elige. ¿Porqué? Pienso que la mayoría se deja encantar y seducir por las campañas de imagen pero estamos olvidando que las campañas se terminan y que las luces, luego de apagarse, nos muestran la realidad del candidato o candidata. Al final nos daremos cuenta que, si nos nos preocupamos por conocer mejor a la persona, votamos por alguien que tenía una pésima reputación. Porque las campañas electorales son como decía al principio: Campañas de Imagen que tienen como objetivo generar expectativas. No consideran el comportamiento de la persona. No son campañas de Reputación y por ende, no tienen por objetivo generar confianza. A los candidatos quizás no les interese pero a nosotros como ciudadanía, nos debería interesar. Nos conviene.
Tener instituciones que generen confianza es el punto de partida para comenzar a sentar las bases de un país que quiere un desarrollo sostenible. Los países más ricos, con más ingresos per cápita exhiben niveles de confianza infinitamente superiores a los que hoy tenemos. Solamente para finalizar. En la física, se puede predecir el destino de un cohete cuando sabemos el comportamiento y la trayectoria. Lo mismo pasa con la #Reputación. Si conocemos la trayectoria y comportamiento de la persona por la que vamos a votar, de ese candidato o candidata, no estaremos corriendo el riesgo de tener congresistas electos preocupados por el poder o por llenar sus bolsillos. #DecideBien.
[1] Estudio Comparado sobre Confianza Institucional. Profesor Antonio Estella de Noriega Universidad Carlos III, Madrid.