LOS DESAFÍOS DE LAS TRANSFERENCIAS MONETARIAS CONDICIONADAS
Las transferencias monetarias condicionadas (TMC) transfieren efectivo a los hogares pobres con la única condición de que estos recursos se usen en atención a la salud y la educación de los niños. La mayoría de estos programas asignan la transferencia a la madre del hogar porque ellas tienden a priorizar las necesidades de los hijos; y en casos muy especiales se realizan las transferencias a los estudiantes. Estos programas buscan reducir la pobreza en el corto plazo y eliminar sus trampas al incentivar inversiones en capital humano.
Entre los logros de estos programas están los resultados de las evaluaciones de impacto de que evidencian la mejora en la calidad de vida de los beneficiarios, pues ha aumentado el nivel de consumo y ha reducido la pobreza a corto plazo. Por el contrario se ha detectado una modesta disminución de los niveles de inserción de los pobres en el sector, y lo que es más controversial de las TMC es que pueden ser consideradas como un subsidio ó un “derecho”.
La TMC levantan muchos cuestionamientos, algunos estudios económicos sugieren que la inversión para la creación de capital humano realizada por los gobiernos es mínima. Las madres o los padres de familia beneficiarios no entienden acerca de los beneficios que la salud o la educación tienen sobre los retornos económicos que éstos podrían generar en el futuro de sus hijos. Por otro lado el asistencialismo que generan las TMC es fuertemente criticado, a menos de que las transferencias promuevan cambios de comportamiento en los beneficiarios a mediano y largo plazo.
Otro cuestionamiento sobre la TMC sugiere que los servicios de salud y educación, que son altamente subsidiados en todos los gobiernos y son ofertados al público sin costo alguno, necesitan ser mejorados y fortalecidos. No es necesario otorgar una transferencia adicional a los beneficiarios para que vayan a obtener estos servicios básicos que necesitan ser repensados. Las TMC, en este caso, se perfilan como un subsidio adicional e inmediatamente se convierte en una herramienta política muy poderosa que es apoyada por los beneficiarios.
Se evidencia que las TMC han incrementado los niveles de matrícula de los niños en las escuelas, pero el rendimiento escolar está estancado en la región. Por otro lado, el uso de los servicios de salud se ha incrementado y han contribuido a la estatura de los niños y su estado de salud. Lo que los estudios de impactos proponen, es mejorar el desarrollo cognitivo de la primera infancia, remediar las practicas de crianza y aumentar los niveles de información en los padres, esto podría mejorar considerablemente los rendimientos escolares en los años posteriores. Esta es una falencia de los programas de TMC que debería considerarse experimentar debido a que los resultados finales de educación y salud son muy modestos, y no rompen con las trampas de la pobreza a largo plazo.
Adicionalmente se sugiere a los gobiernos poner énfasis en un mejor diseño de TMC, donde la selección de beneficiarios, el monitoreo de las condiciones, el monto de la transferencia y las intervenciones complementarias deben ser revisadas en detalle.
Para determinar los criterios de selección de la población objetivo, las políticas sociales deben definir ¿qué es pobreza y quién es pobre?, paralelamente se debe identificar los hogares que no invierten lo suficiente en el capital humano de los niños. Se sugiere adoptar un objetivo demográfico reducido donde se identifiquen subgrupos poblacionales que tengan mayores brechas, como por ejemplo determinar áreas geográficas específicas o niños de una determinada edad.
Para una mayor eficiencia en el monitoreo de los resultados, deben mejorar los registros de los centros de salud y educación, el personal de estas instancias deben estar capacitados e informados, y deben ser rigurosos los controles de los niños. Por medio de los centros de salud se puede implementar la entrega de mayor información a la madres de familia sobre la importancia del desarrollo cognitivo de los niños, el uso de estos servicios públicos podrían y deberían tener este fin.
Lo que se ha puesto a consideración también, es que la entrega de TMC se las haga una vez se haya alcanzado los resultados esperados en términos de salud y educación de los niños. La forma de ejecutarlo sería por medio de la agregación de bonificaciones por desempeño y el cumplimiento de las condiciones de asistencia a la escuela o al centro de salud. Por otro lado hay que determinar técnicamente el monto adecuado de la transferencia ¿acaso será que mayores montos dan mejores resultados? Considerando que la primera infancia debe ser protegida más que la adolescencia, ¿no será conveniente considerar diferentes montos de entrega de transferencias para las diferentes edades?
La eficacia de este tipo de programas, también depende de las normas de entrada y salida de los programas, éstas pueden generar incentivos no deseados como la no involucración en el sector laboral de los beneficiarios o la manipulación de la gente. Se pueden considerar límites temporales para los beneficiarios, reducciones parciales de beneficios una vez comprobado que los hogares hayan superado condiciones de pobreza.
Concluyendo, las TMC no atienden todas las necesidades de los pobres, por tal motivo deben ser parte de un sistema más amplio de protección social, que incluye las pensiones sociales para los ancianos pobres y programas de manejo de riesgo, los cuales crean fuentes transitorias de ingreso para los adultos desempleados. Para alcanzar su objetivo de fortalecimiento de capital humano deben tener un adecuado diseño de sus condicionalidades y articularse debidamente con los servicios de educación y salud.
Bibliografía
BID - INDES. (S/f). Los programas de transferencias monetarias condicionadas. Washington: BID.